Gracias a esta estrategia, Extremadura se ha convertido en un pilar clave del sistema eléctrico nacional y un referente europeo en transición energética. Además, esta situación fortalece el atractivo de la región para nuevas inversiones industriales, especialmente en sectores como la agroindustria, la transformación de materias primas o los centros de datos, donde el coste de la energía es un factor determinante.

Si bien parte de la ventaja española también responde a factores coyunturales, como una menor exposición al gas ruso, en el caso de Extremadura gran parte de este impulso tiene un carácter estructural y de largo recorrido. Según estimaciones de Red Eléctrica, el aumento de la generación renovable —que ya alcanza el 40% a nivel nacional en 2024— ha permitido reducir significativamente el precio mayorista de la electricidad, situándolo un 40% por debajo de lo que se pagaría con los niveles de producción de 2019.

La comunidad extremeña, por tanto, no solo contribuye de manera decisiva a la descarbonización del sistema energético, sino que también refuerza la competitividad industrial nacional e impulsa su propio desarrollo económico como región energética estratégica en el sur de Europa.

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